Jefferson Farfán y un grito del alma: "Por Paolo, por Paolo, por mi hermano Paolo"

Tras el pitazo final del árbitro francés Clement Turpin, y mientras todo el Perú celebraba con una euforia y felicidad nunca antes vista, Jefferson Farfán se arrodilla en el gramado del Estadio Nacional, agradece a Dios, se tapa el rostro, cae lentamente, mientras se echa a llorar como ese niño que fue, ese niño que corría junto a sus amigos en las polvorientas canchas de Villa El Salvador, ese niño que compartió sueños con su hermano de vida: Paolo Guerrero.

Fuente: Andina.

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